"Hay más alegría en dar que en recibir"
Un lema que nos lleva acompañando todo el curso, pero que, a la hora de la verdad... quizás no hemos llegado a hacer nuestro por completo.
Es posible que necesitásemos una pausa en nuestras vidas. Un momento de desierto. Puede que también la oportunidad de dar un paso más.
Cada uno, el pasado fin de semana, desde su situación personal, se decidía a tomar parte en esa breve convivencia que nos llevaría de vuelta al principio de un viaje y, especialmente, a valorar en qué punto nos situábamos en él.
Con alegría por poder disfrutar de nuevo una experiencia juntos, nos dirigíamos hacia la casa de Torrechiva que nos acogería durante esos dos días.
Tras la cena, comenzaba la primera dinámica:
Con los ojos cerrados esperábamos el momento de poder descubrir el cartel de la convivencia: la imagen y el lema que nos acompañarían.
Separados por grupos, tratamos de encontrarle sentido:
Huellas, cruces, querer darse más... ¿Que significado tenía todo aquello?
Y lo pusimos en común de la firma más original posible: canciones, representaciones, inecuaciones matemáticas...
Pero ya se hacía tarde, y, aunque siempre hay algunos más trasnochadores que otros, tratamos de irnos pronto a descansar y así estar preparados para el intenso día que nos esperaba.
Nuestro sábado comenzó de una forma especial. Nos esperaba una oración diferente: danzar y orar al mismo tiempo.
Era momento de decir HOLA: Hola a Dios, Hola a los que estaban allí, a nosotros mismos. Hola a las nuevas experiencias o personas en nuestras vidas: nuestros regalos más recientes, y también a los que evitamos o nos resistimos.
En especial, HOLA al nuevo día que comenzaba.
Era momento de decir HOLA: Hola a Dios, Hola a los que estaban allí, a nosotros mismos. Hola a las nuevas experiencias o personas en nuestras vidas: nuestros regalos más recientes, y también a los que evitamos o nos resistimos.
En especial, HOLA al nuevo día que comenzaba.
Partimos hacia una ermita cercana, una caminata para llegar a una meta diferente: el "desierto".
Llegaba el momento de quedarnos con nosotros mismos, de mirar hacia dentro y desabrochar el corazón. De tomar consciencia de quiénes somos y cómo nos mostramos con los demás, y de abrirnos al encuentro sincero con Él.
Finalmente, aterrizábamos en esa llamada concreta a ser Consolación, y, profundizando en nuestra identidad como miembros del movimiento, situarnos en el punto en que el Señor nos invita a vivir.
Llegaba el momento de quedarnos con nosotros mismos, de mirar hacia dentro y desabrochar el corazón. De tomar consciencia de quiénes somos y cómo nos mostramos con los demás, y de abrirnos al encuentro sincero con Él.
Finalmente, aterrizábamos en esa llamada concreta a ser Consolación, y, profundizando en nuestra identidad como miembros del movimiento, situarnos en el punto en que el Señor nos invita a vivir.
Esa tarde nos esperaba el momento más importante del fin de semana.
De nuevo en la casa, nos preparábamos para participar en una oración de vísperas especial. En una celebración alegre, entre cantos que tan familiares nos resultaban, aquellos pañuelos cobraron sentido sobre nuestros hombros.
Y la emoción de todo lo vivido durante el fin de semana y durante todo este camino brotaba de nosotros en forma de sonrisas, lágrimas, abrazos y música.
Deseábamos que no llegase aún el momento en que el eco de la guitarra y de nuestras voces se apagará, pero el camino continuaba más allá de aquella tarde. Ahora lo retomábamos con nuestras fuerzas renovadas:
Deseábamos que no llegase aún el momento en que el eco de la guitarra y de nuestras voces se apagará, pero el camino continuaba más allá de aquella tarde. Ahora lo retomábamos con nuestras fuerzas renovadas:
Para continuar hablando al corazón del hombre, para seguir adentrándonos en el misterio.
Para dejar en las huellas de nuestras pisadas las letras que conforman nuestro estilo de vida:
SER CONSOLACIÓN PARA EL MUNDO.
"El espíritu sigue suscitando..."
Sara Beltrán Palau y David Soler Balado
Gracias por vivir este fin de semana con nosotros.