¡Hola de nuevo!
Este jueves el genio nos había preparado una nueva aventura:
¡la salida a la cueva de las palomas!
Tras un buen desayuno, cargamos
en la mochila el almuerzo y el agua, nos pusimos las camisetas del campamento
(¡son muy chulas!) y nos subimos al bus. Allí no contaron la historia de Alí
Babá y los cuarenta ladrones que, casualmente, transcurría en un lugar cercano
a donde nos encontrábamos, en la cueva de las palomas (antes de Sésamo) de Alborache.
Bien embadurnados de crema,
caminamos bajo el solecito, parando en las sombras que encontrábamos para beber
y reponernos. Pese a la quejas de unos pocos, la caminata fue un éxito y
pudimos disfrutar del paisaje de la zona y del contacto con la naturaleza.
Al llegar al pueblo, nos esperaba
una recompensa: ¡la piscina municipal! Allí todos pudimos refrescarnos y disfrutar
de un merecido descanso. Después de comer y dejarlo todo bien recogido, algunos
valientes volvieron al agua, mientras el resto aprovechaba para jugar a cartas
y hablar.
Pese a hacer tanta cosas, aun
llegamos al campamento a tiempo de merendar y orar, ¡y sin un sólo herido!
Por la noche, tuvimos una velada un tanto más relajada, de
tipo “Furor”, en la que todos pudieron dar rienda suelta a sus dotes de canto y
baile. Pero no podemos olvidar el cuento del día… por ello en lugar de ganar “minipuntos”
optamos por robárselos a los equipos contrincantes. Finalmente, tanto mayores
como pequeños, compartieron el dulce tesoro que cada equipo había conseguido y,
tras un laaargo largo día, llegó el momento de irse a la cama…
¡Mañana más y mejor!